Malos hábitos higiénicos

La historia de la higiene está estrictamente relacionada con cada territorio y con las vicisitudes militares que lo caracterizan.

En nuestros hábitos diarios dedicados a la higiene, incluimos no solamente los que afectan a nuestra persona, sino también al hogar que, precisamente, al igual que un nido, nos acoge, nos protege y nos representa. Así pues, existen comportamientos que llevan años minando nuestras certezas higiénicas. La confirmación nos llega de una investigación llevada a cabo en Inglaterra con una muestra de mujeres acerca de la rutina de belleza.

En el centro de la investigación, publicada por el Telegraph encontramos la rutina de belleza más difundida, o sea esas conductas higiénicas diarias en la vida del mundo femenino. Todo aquello a lo que no se quiere renunciar y aquello, en cambio, que no logramos incluir en la lista de las cosas que hacer durante la jornada por falta de tiempo y/o interés.

Algunos hábitos higiénicos que eliminar

¿El resultado? Por ejemplo, la utilización de toallitas (57%) antes de acostarse en lugar de una ducha completa.

Por no hablar de los secadores de manos que encontramos en los establecimientos públicos. Numerosas investigaciones confirman que es mucho más higiénico el dispensador de servilletas de papel, en comparación con el secador de aire caliente.

Otro hábito que tenemos que desterrar absolutamente, es el de cubrir la taza del inodoro con papel higiénico en los baños públicos, esperando bloquear los gérmenes y las bacterias existentes.

Una esperanza totalmente vana, ya que esta intervención no es tan solo ineficaz, sino que según los especialistas, aumentaría el riesgo de entrar en contacto con lo que estamos intentando evitar. Las tapas lisas del inodoro están pensadas, precisamente, para que este ambiente no resulte acogedor, porque sus formas harían imposibles que los gérmenes se quedasen en estas y proliferasen. Asimismo, según los investigadores, nuestra piel desempeñaría el papel de barrera.

Nuestras abuelas nos han enseñado que, junto a la cartera y las llaves de casa, el pañuelo de la nariz no debe nunca faltarnos cuando salimos. Para evitar la proliferación de las bacterias, habría que evitar el uso de los pañuelos de tela, que tanto gustan a las abuelas, para limitar el contacto con los mocos y evitar que la zona perinasal se agriete, ya que un pañuelo de papel es, seguramente, más suave que uno usado varias ves y luego metido hecho un ovillo el bolsillo o en el bolso. La OMS recomienda, incluso, eliminar el pañuelo de papel después de cada uso, y enseñar este hábito también a los más pequeños.

Por último. Lavarse los dientes es un hábito sano y se tendrían que lavar a diario, al menos tres veces al día y las últimas investigaciones revelan que sería bueno lavarse los dientes al despertarse antes de desayunar. De hecho, durante el sueño nocturno, en la superficie de los dientes se crea una capa de bacterias, independientemente de que se hayan lavado la noche de antes, que acaba en el estómago al beber o comer algo por la mañana.
Hemos de recordarnos siempre de cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes para limitar el derroche de agua, un bien valioso, ya que el respeto por nosotros mismos arranca con la protección de nuestro ecosistema.

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