Comunícate con tu familia

Vivimos en una sociedad cada vez más socializada y digitalizada, hasta el punto de que la comunicación, aunque parezca mentira, se vuelve más difícil.

Debido a este nivel de digitalización, muchos psicólogos y educadores dicen que en el ámbito familiar es esencial reunirse alrededor de una mesa, en particular, en la cena. La cena es un momento fundamental para compartir en familia, tanto en presencia de niños como de adolescentes.

La última comida del día permite a tu familia compartir todo lo que le ha sucedido a lo largo del día, las dudas, las aventuras, las alegrías y los problemas de los momentos que vivimos fuera del hogar, consolidando así los lazos esenciales entre los miembros de la familia.

Por norma general, la mayoría de las personas creen en la importancia de compartir la cena en familia. Y para confirmarlo, hay una encuesta realizada en España por el Consejo Escolar de Estado que ha demostrado que cenar con los padres no sólo mejora las relaciones (tanto dentro como fuera de la familia) sino que también propicia un mejor rendimiento académico.

Cenar juntos también fortalece las raíces familiares porque a menudo durante este tiempo surgen historias que vienen de lejos, como anécdotas o secretos familiares, historias inventadas o historias sobre abuelos que se convierten en leyendas familiares. Este es el conjunto de situaciones que definen la identidad de la familia y se basan en el tipo de narrativa utilizada. Con las historias familiares es posible favorecer más o menos el sentido del yo, la pertenencia y la autoestima, así como el bienestar psicológico de los más jóvenes.

Además, para los más pequeños, la cena tiene un propósito educativo en el sentido de que se convierte en un «ensayo general» que prepara a los niños para la vida social.

No obstante, en esta sociedad digital en la que vivimos, la comunicación sobre la mesa se hace compleja para facilitar el diálogo. Para fomentarlo es necesario tomar algunas medidas: en primer lugar, la televisión debe permanecer apagada y debemos mantener los teléfonos móviles y/o tablets alejadas de la mesa, puesto que también es necesario educar a nuestros hijos sobre un consumo responsable de Internet.

En este punto, hay algunas preguntas de “captura» que dan pie a conversaciones como por ejemplo: ¿Ayudaste a alguien hoy o hiciste algo bueno? ¿Qué has aprendido hoy en la escuela? ¿Recuerdas qué asignaturas habéis trabajado? ¿Has jugado con tus amigos?

En cuanto a las anécdotas que los padres pueden contarles a sus hijos, se puede intentar repensar qué hace que nuestra vida cotidiana fuese diferente de lo que es hoy. Hacer ver a los niños todo a lo que hoy tienen acceso y viceversa. También explicar cómo estas anécdotas nos han transformado como personas ¿Quién enseñó algo importante para tu vida? ¿Qué te enseñó? Si fueran a usar tres adjetivos para describirte, ¿qué adjetivos usarían?

Finalmente, es una buena costumbre recoger todos juntos, además de compartir las tareas anteriores y posteriores a la cena. Una excelente manera de generar las expectativas correctas y crear un ritual, tan querido para la educación de los niños.

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